Alberto Moltini, fundador del establecimiento, relató los pasos que desandó la institución una vez que se cerraron las aulas. Al igual que a todos los actores del sistema educativo, la suspensión de clases presenciales al transcurrir apenas dos semanas de iniciado el ciclo escolar nos llegó en forma inesperada. Reaccionamos rápido con nuestro equipo directivo e identificamos cuáles eran nuestras fortalezas y debilidades para enfrentar la situación. Contábamos como principal fortaleza la existencia de una cultura tecnológica enraizada en la institución desde sus orígenes. Las planificaciones de materias, su avance, reservorios de archivos, presentación de trabajos prácticos y las comunicaciones entre docentes, alumnos y padres ya estaban siendo soportadas por una plataforma en la nube. Disponíamos además de un plantel de docentes jóvenes que diseñaban su propio material de clase y hacían uso de la tecnología en el aula de clase. Por otro lado, parte del equipo directivo da soporte al Centro de Aprendizaje de la Universidad Siglo 21 en La Rioja, en cuya modalidad mediada por tecnología trabajan desde 2010.

Como creemos que la incertidumbre y la virtualidad no se llevan bien, nos comunicamos con los padres y alumnos e informamos inmediatamente el plan a seguir, mientras el equipo se desplegaba en varias tareas en paralelo. La rectora trazó la adaptación pedagógica para el cambio de modelo. Dos clases virtuales por curso por día de lunes a viernes, en el horario habitual de cada materia en la presencialidad fue la decisión. El soporte tecnológico avanzó en la selección de la plataforma de las clases (Zoom) y la capacitación de los profesores. Los preceptores también debían reconvertir su rol y pasaron a ser importantes auxiliares en cada clase virtual, abriendo las salas, identificando a los alumnos y dando soporte en línea a los docentes. También el área de psicopedagogía identificaba a aquellos alumnos que iban a transitar esta adaptación con mayor dificultad y diseñaba un plan de seguimiento y asistencia a los mismos.

En una semana teníamos todo listo. Un horario de clases virtuales completo (Con un mix de online y off line, previendo posibles problemas técnicos), un cronograma de clases virtuales con link de sala Zoom y luego el de Youtube conteniendo la clase emitida para poder ser recreada, y un cronograma de interacción estudiante-docente en salas de chat. Todo ello desarrollado por nuestro equipo con herramientas de Google DataStudio e integradas en una app para los dispositivos de padres y alumnos.

Las primeras semanas fueron de adaptación de todos los actores. Teníamos el feedback permanente de padres y estudiantes para ir realizando los ajustes necesarios. Fuimos ajustando la relevancia de contenidos, la extensión y el formato de las clases virtuales. La incorporación de intervalos de actividades prácticas y conclusiones lograron una clase más atractiva y con mayor interacción. En este momento cada familia transitaba de distintas maneras el aislamiento y ello repercutía en la adaptación de los estudiantes. Al igual que los mismos docentes. Hubo que hacer un fuerte trabajo de contención, de ordenamiento de horarios y roles y sobre todo dar un contexto de certidumbre del modelo, mientras seguíamos los lineamientos que las autoridades educativas fueran disponiendo de acuerdo a lo que la situación sanitaria exigía.

Nuestro foco hoy está puesto en sumar la mayor cantidad de herramientas y acciones que permitan hacer más virtuoso el modelo y por ello nos centramos en la homogeneización de las estructuras de materias y en sumar contenidos de calidad en línea. Por ello, ya desde hace un par de meses tomamos contacto con los responsables de la plataforma TICMAS para lograr ese cometido, que pusieron a disposición a todo su equipo pedagógico y en el trabajo con nuestros docentes ya pudieron diseñar la incorporación de sus unidades didácticas en cada espacio curricular y también la estrategia de proyectos interdisciplinarios para fomentar la integración grupal y el trabajo colaborativo de nuestros estudiantes.

Asimismo, el sistema permite obtener métricas de la participación individual y grupal como referencia para una evaluación de proceso, ante la consigna de no poder evaluar en forma numérica. Ese proceso ya está listo y en un par de semanas se integrará completamente a nuestro modelo. 

Nuestra experiencia particular es que el modelo mediado por tecnología que implementamos para este contexto particular es consistente en la medida en que se logre una interacción virtuosa entre pedagogía y tecnología y la participación activa de los distintos actores que involucra. Los estudiantes lo han receptado y asimilado muy bien y han ido mejorando día a día su experiencia. Por supuesto que refieren y demandan la socialización que se logra en la presencialidad con sus compañeros y docentes, lo cual es lógico.

Trabajamos día a día entre dos escenarios. Por un lado, monitoreando la implementación y el rendimiento de este esquema virtual mediado por tecnología y, por el otro, atendiendo los lineamientos que la autoridad educativa dispone para un eventual regreso gradual a la presencialidad. Nuestro compromiso, al igual que la vocación de cada institución educativa del país, es la educar con calidad, en cualquier contexto que se nos presente. La mirada hacia el futuro vislumbra un modelo mixto, presencial y virtual, con muchos elementos que han llegado para quedarse y han sido asimilados positivamente y que deberán incorporarse al modelo educativo tradicional. El foco siempre en lograr la mejor educación para cada estudiante, el principal destinatario de todos nuestros esfuerzos.

Por Alberto Moltini - Fundador Instituto Privado Empresarial Joaquín Camaño, en la Ciudad de La Rioja - Ingeniero de sistemas, presidente de una fundación destinada a promover iniciativas en educación y tecnología.