El objeto es proteger y garantizar el derecho a la salud en sentido integral, a la autonomía de la libertad con respecto a su salud y la dignidad de la persona en la etapa final de su vida, de manera tal de compatibilizar todas las medidas de seguridad sanitaria que deben seguirse para evitar el contagio intraefector. La diputada nacional Claudia Najul (UCR – Juntos por el Cambio), presentó un proyecto de ley para implementar un protocolo que contemple las medidas de seguridad necesarias para que pacientes internados con Covid-19, que estén transitando el tramo final de su vida, puedan recibir el acompañamiento de familiares.

En una rueda de prensa virtual, la legisladora manifestó que “hay experiencias nacionales e internacionales que demuestran que, tomando las precauciones necesarias, no aumenta el riesgo de contagio. Determinados casos merecen una regulación especial, no solamente quienes estén próximos a morir, sino también los que precisen asistencia, ya sea por una discapacidad o por cuestiones de edad, tanto niños como adultos mayores”.

Consultada sobre los motivos que la llevaron a presentar esta iniciativa, Najul explicó que su propuesta está en línea con tratados internacionales de Derechos Humanos, que interpretan a la salud de forma integral. “Está comprobado científicamente que el aislamiento total acentúa significativamente el riesgo de muerte, ya que pueden aparecer cuadros como ansiedad y depresión en algunos pacientes”, detalló la legisladora nacional.

El texto que ingresó esta semana a la Cámara Baja también incluye la obligación del efector de salud de comunicar a los pacientes su derecho a manifestar que no desea ser sometido a tratamientos médicos o a ser alimentado artificialmente.

 El caso del sanatorio Mater Dei

El sanatorio Mater Dei de la provincia de Buenos Aires, desarrolló un “protocolo de acompañamiento en el final de la vida”, destacando que es legal y necesario habilitar el derecho a decir adiós, y que “una medicina sin humanismo no merece ser ejercida. Permitir la despedida es un mínimo de humanidad que no podemos dejar de brindar. Es una cuestión de empatía”.

El doctor García Roig, jefe de terapia intensiva de pediatría del sanatorio, sostuvo que no hay ningún instituto de infectología de prestigio internacional que prohíba la despedida a los pacientes. Si no, ni los médicos podrían entrar a la terapia a ver a un paciente con Covid-19. La atención debe centrarse en la persona. Es inhumano que una persona muera sola, para el que muere y para el que queda.

El protocolo del hospital habilita las visitas en terapia intensiva a quienes tienen un mal pronóstico, pero también permite que un familiar acompañe a aquellos pacientes que, aunque no estén en cuidados intensivos, requieren asistencia por algún motivo, como no poder valerse por sí mismos o ser de edad avanzada. Esto no significa que las visitas estén totalmente liberadas, sino que cuando el cuadro de salud general es grave y se puede llegar a una situación de final de vida, el protocolo se activa y se autorizan visitas con los recaudos correspondientes. Si el paciente que necesita asistencia no está en cuidados intensivos, el familiar que lo acompaña debe aislarse en la habitación, no circular por las áreas comunes del sanatorio y, cuando egrese, hacer la cuarentena de 15 días, por ser un contacto estrecho de paciente con Covid-19.

Estos protocolos deben hacerse bajo estrictas normas de seguridad, por lo que el efector debe proveer a las personas que realizan el acompañamiento el equipo de protección personal para que la visita se realice con todos los cuidados necesarios. A su vez, debe prepararse a la persona sobre el equipamiento de las salas de terapia intensiva y sus condiciones edilicias para que estas visitas no causen daños psicológicos o emocionales negativos en la misma. Por último, debe asegurarse que las persona que realizan las visitas no sean pacientes de riesgo, para evitar complicaciones mayores ante un posible riesgo de contagio.

Debe tenerse en cuenta que, en las unidades de terapia, la persona paciente es examinado por un médico sin rostro, con la distancia que impone la situación, que no puede tocarlo, darle la mano, ni alentarlo. Por eso que haya un familiar o una persona de confianza con ella, es importante. Habilitando este tipo de visitas y protocolos, la persona se encuentra contenida psicológica y emocionalmente y es de esta manera que aumentan sus posibilidades de recuperarse.La experiencia del sanatorio Mater Dei demuestra que los protocolos de aislamiento absoluto son innecesarios y que una flexibilización contribuiría incluso a salvar más vidas.